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Hace tan sólo unos 100 años, los médicos tuvieron que confiar en unos equipos sencillos como microscopios y estetoscopios para hacer un diagnóstico. Los procedimientos quirúrgicos siempre planteaban un gran riesgo ya que el equipo era un poco rudimentario. La vida y el bienestar de los pacientes, por lo tanto dependían principalmente de las habilidades y la experiencia del cirujano. Hoy en día, los hospitales están llenos de alta tecnología, equipos y dispositivos computarizados que permiten diagnósticos mucho más detallados, así como cirugías endoscópicas. Estas nuevas tecnologías ayudan a minimizar el riesgo para los pacientes y garantizar rápida recuperación. El progreso técnico realizado en el campo de la medicina, sin embargo, plantea grandes desafíos, no menos de la que es la fuente de alimentación de los equipos.